Mi patria son tus sueños
tanta noche debida,
tanto paso pendiente
y rondas por cantar;
tus labios mi destino
que impacientes susurran
la pista que conduce
hacia mi eternidad;
tus manos son mi furia
mi calma, y mi coraje,
las notas agridulces
de nuestra soledad;
tus ojos son remedio
en esas horas mustias
que estrechan las alcobas
y sobra inmensidad.
Entonces, la impaciencia
se me adhiere al costado;
los nervios se hacen ganas;
carencia es crueldad.
Por eso te hago mío,
por eso es que me entrego,
en mutua soledad.
Después de volar juntos
¿cómo llega el olvido?
Duna
1 Dímelo...:
esto es autentico, como el hormigon cuando esta encofrado, multiplica su fuerza y si ademas dejas embevidas barras de sano acero, lo hace noble y duradero.
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