Anda la tarde susurrando tu nombre por mi cuello.
Por mi nuca, a paso lento, caminany gotean los segundos con espasmos de miedo.
Las visiones plisadas y la niebla de la roma esquina
toman posición con malicia.
No reconozco cuanto te pertenezco,
aletargada a sabiendas
en los brazos de la llama naranja,
en tu mirada que es la misma de siempre,
cuando asalta la mía de contrabando
y tomas las riendas.
Me rondas tras cada gesto habitual
tras cada trinchera de notas.
Después de cada fiesta,en mil escenarios
detrás de cada emboscada una caricia trémula
deja caer la ropa
y me anochece la idea de amarte.
Estás porque quiero que estés.
Estás colgado de mis pestañas,
como el color de luna en tu piel.
Con o sin permiso, te cuelas y me invades.
El firmamento es cómplice del atentado
y me arrancas las lágrimas,
cuando te concedo el permiso de mis armas.
Me tienes en la diana, ¡Dispara!
D
Duna
n
n
a
*
*