en los segundos robados al azar,
y se estrella, gaviota suburbana, mi pensamiento
en las frías fibras del cristal.
Aún caben más mundos en las manos.
Me muerde tu estancia en aquella orilla
proscrita para mi mendicidad;
me silban gritos ausentes de alaridos
procedentes de la tierra volteada en mi bastilla,
habitados por olas de mutua propiedad.
No fueran los segundos nunca más ausentes
que cuando tu silencio, hombre, se hizo material,
sin saber, ni sospechar,que quedan siglos
para compartir la oscura claridad.
Indaga en los bolsillos de la brisa
la palabra que el tiempo cosió al bies de mi alma
y hallarás en mis diamantinas enaguas
el tiempo que te impidió bordar con mi sonrisa,
el tiempo que vuela tras mi falda.
Soldaste mis huesos con tu calma
firmaste los bordes de mi prisa.
Prefiero ser la meta de tus sueños
que un sueño plegado en tu valija.
...Y una gota rodó por mis mejillas,
colgando en mis pestañas tu silueta.
Duna
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