Unas notas bohemias acompañan el paso de tacones;
medias de rejilla, y humo en los umbrales
son soporte en la noche de ajados algodones.
La esquina roma de tu cuerpo, a beber invita
las gotas de rocío transparentes,
que en empedrados ebrios levitan.
Triste el gato pasea el tejado de uralita,
sus huellas traspasan tu sombra;
y el humo se hace palpable tras la farola
que alarga tu figura mortecina.
Un cigarro muere entre tus dedos,
con mísera paciencia;
miras aquella ventana, de donde salen notas
y el reflejo dorado de un saxo
interpretando un jazz que raya el alma.
Tus pies inmóviles dubitan
si seguir anclado en la melancolía, inerte;
o lanzar una proposición milenaria
a la mujer proscrita.
Mientras dudas,
el escote de la vida te muestra tu suerte.
Duna
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