Mírame con tus ideas, no con tus ojos,
pues si tus ojos duermen, el alma vela.
Ámame con tu alma, no con tu cuerpo
pues si tu carne descansa, el alma es centinela.
Tómame aún sin tomar de mi talle la cintura
ni el olor, ni el pliegue, ni la gota madura.
ya que cuando nos falte la voz, será santo y seña.
Mantén siempre la esperanza alerta,
como león al acecho de su preciada presa.
Poséeme con la piel que habita bajo tu piel
para que nunca se derribe el mágico broquel.
Cuando se quede pequeña la voz escrita
recurre a la onda que nunca fue proscrita.
Duna
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