Los credos aprendidos no me defendieron aquella noche del vértigo de crecer siglos en unas horas. Las ideas encontradas se hicieron frecuentes. Descubrí la negación de lo ideal, al tiempo que se iba posicionando en mi vida, un todo adulto que chocaba de plano con el uniforme del colegio. Esto me sucedía, mientras mis amigas, siguieron por años, jugando con muñecas. Nunca me comprendieron, ni ahora; pero no importa. La diferencia se convirtió en la tónica de mis días. Siempre fui una persona seria, que deseaba un futuro honesto, sin importar oficio, raza, ni creo. Sin embargo, las personas de mi edad y entorno, aspiraban a ostentosas metas Ellas quedaron mucho más atrás que yo. No reparé en el miedo. Sentí una imperiosa obligación de volar. Si, me consideraron loca, pero logré elevarme. Duna. Derechos de autor reservados.
No te detengas en mis letras cuando me leas, cierra los ojos, invéntame vuela, entra en la escena, abre la caja de los truenos y prepárate para ser yo. Si hablo de una avenida, mira el asfalto ébrio de rocío de nogales doloridos de esperar la puta de la esquina el aroma de la noche, el gato negro el vómito y desvarío, y el desvío equivocado de empedrados perdidos sin retorno. Tírate de cabeza a la aventura con la valentía de la desnudez sabiendo que no hay regreso tras leer poesía no serás la misma persona me conocerás íntimamente, porque verás como he parido sentirás lo que yo he sentido siendo una sencilla mujer la ventana de mi interior está abierta de par en par ¿te decides a entrar? Te invito. Duna
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