«Llegaste, sin marcharte,
y en tus pálidas manos,
traías en vuelo la paloma herida de la vida y la muerte».
Duna para Paula.
Te tengo a manos llenas,
y en el vacío
donde duerme el recuerdo y el olvido;
te busco en las pupilas que voy viendo
en los escaparates plagados de reflejos
de cada orilla;
y de tanto tenerte te voy diluyendo, para nunca perderte.
Brota tu sangre más que mi sangre
desde tu vientre a mi vientre.
Te llevo en mi costado,
como poema urgente:
despacio
y de repente…
Duna
1 Dímelo...:
Siempre es un placer leerte…
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