Desde mis ojos nace el mundo entero:
dos cerros centinelas con vertientes,
una claraboya, una sombra ardiente,
vasija umbilical, copa sin eco,
la sima lubrificada y silente
donde te encuentras,y donde te pierdes.
Y llegados al magnífico sur,
semiabiertos mis labios y mis piernas,
empalas la cruz con fiebre de nieve
y un éxtasis líquido nos envuelve.
Tú,
al fondo, arriba acaso, dentro siempre.
Yo,
incapaz de articular la palabra
que preludia tu regreso a mis calles,
sonrío, con rictus solemne y manso,
sobre la cicatriz profundísima
que conforma tu nombre.
Duna
Duna
2 Dímelo...:
Me alegro de haberte encontrado. Un abrazo.
Hola, me ha gustado mucho el poema. Excelente aquello de la "sima lubrificada y silente". Si me permites te sigo.
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