Ni después de tanto silencio,
se ve satisfecho el deseo de recordar.
Una cortina de agua
asciende desde las piernas hasta los ojos
borrando los colores acuarelados con saliva
de mis tardes.
Han renacido soles como amapolas,
en los páramos sembrados de éter y abrojos.
De ti, solo queda una reiterada pesadilla
que intenta ser cierta, pero se engaña.
No admite que ya no eres puerto posible
ni escudo de extraños,
nadie
nada.
Perdida la fe de los ancestros,
solo quedaba un individual ser enfrente,
que también cayó en la última jugada.
Sólo una isla de recuerdos
recuerdos de costas azules
azules tardes de cúpula dorada
dorada mirada lisiada de iris
que sostengo, hace siglos, a base de versos
Hoy, me declaro culpable de haberte querido
e inocente de perseguir tu olvido.
Del puerto azulísimo
quedan apenas restos del naufragio.
Duna.
4 Dímelo...:
Los restos del naufragio. Eso resulta familiar.
en un museo?
Otros puertos azules esperan por fragorosos navíos, es allí donde los versos naufragarán entre renglones. Hermoso.
Un placer volver a leerte, Duna.
Besotes.
Un placer leerte.
De vez en cuando vuelvo para leer tus heromoso poemas.
Saludos desde El Bierzo
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