Adquirí la cómoda costumbre de escribir en tus incómodos silencios.
Esa fue la forma de no irme ni quedarme,
de caminar sobre fuego sin red
y perder la vergüenza al miedo.
Amapolé tus recuerdos, presentía tus latidos,
acorpé en mi abrazo el recuerdo.
Tus dedos imaginaba, cuando a ras de un pentagrama
moría cada suspiro.
Cada suspiro es un paso hacia la muerte,
cada niebla un camino hacia el suicidio,
cada adiós un escalón hacia el presidio,
cada muerte una forma de quererte.
Duna
2 Dímelo...:
no es bueno eso de morir tantas veces
Y sin embargo sigues aquí, más viva que nunca...
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