Ángeles pálidos,a los que parece adjudicadala piel del escalofrío,como uniforme.
Su mirada profundamente estéril,lejana, blanquísima como vapor de convoy,arremanga almas.
Están tan lejos, tan a salvode lo inevitable, que se pierde el vértigoa lo tangible.Su rigor de cerúlea brumame lleva a lo inerte.
No pueden ver, ni mirar.En sus alas hay una sola pluma azul;un viaje sin vueltaa la ciudad perdida y sin tiempodonde huir es lo correcto.
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SAGRES E O CABO DE SÃO VICENTE
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