Que te empapen las aguas fronterizas,
que te meza la limítrofe sombra,
como mi pensamiento se desliza,
por tu espalda y la nada que te nombra.
Que el desvelo musite mis vocales,
y encaje como puzzle el pensamiento,
haciendo nuestros besos inmortales,
tallando acompasados movimientos.
Que la noche nos tome por sorpresa,
labrando nuestros cuerpos en la arena,
y las olas que sin querer regresan,
palidezcan a nuestra entrega plena.
Que las espumas de algas y corales
vistan mi pecho erguido a tu costado,
y aquella luz que estalla en mil cristales
cubra nuestro desvelo enamorado.
Duna