Mi patria son tus sueños
tanta noche debida,
tanto paso pendiente
y rondas por cantar;
tus labios mi destino
que impacientes susurran
la pista que conduce
hacia mi eternidad;
tus manos son mi furia
mi calma, y mi coraje,
las notas agridulces
de nuestra soledad;
tus ojos son remedio
en esas horas mustias
que estrechan las alcobas
y sobra inmensidad.
Entonces, la impaciencia
se me adhiere al costado;
los nervios se hacen ganas;
carencia es crueldad.
Por eso te hago mío,
por eso es que me entrego,
en mutua soledad.
Después de volar juntos
¿cómo llega el olvido?
¿cómo llega el olvido?
Duna
déjate llevar…